Su extraño y contradictorio nombre de sinagoga/iglesia, Santa María la Blanca, es lo que mejor describe la particular naturaleza del edificio. En teoría ha servido durante más tiempo como templo cristiano que como casa de estudio y oración judía; pero en la práctica es una sinagoga. No puede ser otra cosa. Pero lo realmente paradójico es que se considere como una de las grandes obras del arte almohade. Es como decir que una sinagoga es la expresión más acabada del arte nacionalsocialista. El problema no son los almohades en sí, sino el criterio de clasificación. “Almohade” sólo nos habla de una fecha, enmarca un periodo y produce esa ficción de que al poder enmarcar un evento en un calendario tenemos la posibilidad de ser testigos. Cuando en la práctica para el caso de esta construcción se confirma lo que dice Derrida: “Una fecha está loca: nunca es lo que es, lo que dice que es, siempre es más o menos que lo que es”. Los Almohades no pusieron nunca un pie en Toledo y de hecho en el momento en que se tiene la primera noticia sobre su construcción, ya hace más de un siglo que la ciudad está en manos cristianas y ya nunca más dejará de estarlo. Y en realidad en la relación con el tiempo, de la que la fecha es al mismo tiempo expresión y definición, en este momento el tiempo se mide con cuatro calendarios; el de Era, que se inicia en el -38. El año cero de Hispania es el año en que finalmente un general puede ser el protagonista en el más grandioso de los espectáculos de una Roma ávida de espectáculos: el triunfo. El haber pacificado un región. La condición de ser merecedor de una entrada triunfal era el matar al menos a 5.000, ser parte de la nobleza y traer de vuelta las tropas a casa y anunciarle al Senado que han regresado. En pocas ocasiones no hubo regresos. Una de ellas en el 135, durante la Rebelión de Bar Kojba. La olvidada llamada segunda revuelta judía que fue mucho más terrible que la destrucción del Segundo Templo. Pero en ese calendario, en el de la Era, ahí termina todo lo relacionado con los judíos, con la destrucción del Templo en el 105 de la Era.