15.9.08

Rafael Cansinos Assens (Primera Parte)

"Las pupilas muertas", (1921) Una de las innumerables novelas breves que Cansinos escribió para ganarse la vida.

Rafael Cansinos-Assens
Sevilla, 1883 – Madrid, 1964

Es probable que el siglo XXI sea el de la reivindicación de la figura de Cansinos-Assens como uno de los grandes escritores en habla hispana. Entre los nuevos, Juan Manuel de Prada ha sido el primero en intentar rescatarlo del olvido, pero durante casi medio siglo, fue Jorge Luis Borges quien mantuvo viva su leyenda. Cansinos era “el hombre que ha leído todos los libros, habla todas las lenguas”. Traducía varios idiomas sin haber salido nunca de Madrid. Tenía fama de hebreo, y nadie sabía con certeza si lo era o no, pero le añadió un acento judío a la literatura en habla hispana.

Borges lo conoció en 1918. Su familia al completo se había trasladado a Europa desde la Argentina con la intención de tratar la ceguera progresiva de su padre, pero cuando se desencadenó la Primera Guerra Mundial, la España neutral se convirtió en su hogar provisional. En aquel Madrid había dos tertulias literarias importantes, la del Café del Pombo, de “los niños bien”, liderada por Ramón Gómez de la Serna. Y la atípica tertulia del Café Colonial presidida por el aún más atípico Rafael Cansinos Assens a la que acudió Jorge Luis Borges con su hermana. En aquel momento, el Colonial se había llenado de jóvenes poetas que querían hacerle la guerra al pasado al grito de “viva lo nuevo”. Con la misma pompa cándidamente fanfarrona que los surrealistas y los dadaistas franceses o los futuristas rusos, los ultraístas enviaron a la prensa un comunicado anunciando el fin de lo antiguo. Borges – como otros de los que pasaron por aquella tertulia, Huidobro, Gerardo Diego, Larrea, Guillermo de la Torre – se tomaron muy en serio el ultraismo y, de alguna manera, Borges se convirtió en su apóstol en la Argentina. Cansinos tenía ya 36 años y era un escritor consagrado, habitual de la prensa, pero se sumó con entusiasmo a aquel torrente de fe poética hasta el punto de que todos le consideraron su líder, mentor y maestro y definían su tertulia como un “zoco de ideas”. Incluso unos años después, en 1921, Cansinos mismo escribe un originalísima novela, “El movimiento V.P” en que, en estilo de vanguardia, ironiza sobre las vanguardias y sus protagonistas. Incluido él mismo. Allí se define: “Yo quiero ser un poeta de todas las razas: de la raza blanca, de la raza amarilla, de la raza negra y hasta de la raza canina”. Pero además en ese mismo libro hace, sin querer, una profecía sobre sí mismo que llegó a cumplirse: “y sin embargo, ahora estoy solo y escribo en alfabetos olvidados sobre los arenales de los yermos”, “enormemente solo, en el paisaje de un tiempo indefinido, y sin más compañía que sombras efímeras”. El Judaísmo ideal e idealizado de Cansinos irradió en su biografía algo de aquel versículo bíblico: “Forma Luz y Crea Obscuridad”. Y su biografía se puede ver en clave de esos dos momentos, el de la luz, lo que existe a partir de lo existente. Y la oscuridad, el verdadero espacio de la creación, el deseo que surge como consecuencia de la ausencia de luz.





La época de luz abarcaría un periodo que va desde los primeros años de 1900, hasta el final de la Guerra Civil, en 1939. Cansinos había nacido en Sevilla, y tras la muerte de su padre, la familia se trasladó a Madrid, de donde ya no salió nunca. Desde que recordaba, Cansinos había querido ser escritor y en aquella época la única forma de llegar a publicar un libro, sino se era rico de nacimiento, era “hacerse un nombre” en los periódicos. Es probable que fuera el sefardí gibraltareño José Farache el que le pusiera en la pista de los orígenes judíos de su apellido. Desde entonces – hacia 1905 - Cansinos identificó sus raíces profundas con las de aquellos judíos que optaron por convertirse al cristianismo para permanecer en España en 1492, pero que mantenían en secreto sus tradiciones. El Judaísmo se convirtió en Cansinos entonces en su territorio mítico, ese lugar desde el que el escritor mira el mundo. Su primer libro, “El Candelabro de los Siete Brazos” (1914) está escrito en un castellano espeso, triste y melancólico en el que, con el pretexto de los Salmos, describe su mundo de noches interminables y amores perdidos, porque en toda su obra, el protagonista siempre es él mismo.


El doctor Pulido a la salida de una recepción con el Rey Alfonso XIII en el transcurso de una de sus campañas en pro del retorno de los sefardíes.

Quedó enormemente impresionado por los artículos de Pulido, y el día en que por primera vez va a visitarlo, el senador está preparando su “obra monumental”: “Españoles sin Patria y la Raza Sefardí”, que aparecerá en 1905. Pulido lo recibió con “una cordialidad fría que me desconcierta” y le presenta a su visita, José Farache, el mayor colaborador de Pulido, un sefardí gibraltareño que vive en Madrid. Pulido no para de ponderar las virtudes de “esos judíos, hombres prácticos, financieros natos”. Pero a él no le interesa “lo más mínimo el aspecto económico de la campaña…, mejor dicho, me desagrada oír hablar de números en relación con este movimiento de reparación histórica. Ese lirismo financiero del senador hiere mi entusiasmo romántico. Creo notar que también don José crispa un poco sus músculos, al oírle ponderar al doctor el poder del oro judío”.

A la salida de aquel encuentro se inicia, de algún modo, una relación paterno filial entre Farache y Cansinos que durará muchos años. Farache le invita a su casa y Cansinos escribe con entusiasmo: “Charlaremos, me enseñará libros y revistas hebraicos, me iniciará en todos los misterios del sefardismo…”. Y en un nueva forma de entender el destino del pueblo judío: el sionismo.

La personalidad judía clave en aquella España no es José Farache, sino Ignacio Bauer Landauer. Bauer llama un día por teléfono al periódico donde escribe Cansinos. Ha leído sus artículos pro-sefardíes y sus primeros trabajos de traducción de textos judíos y sobre los judíos en la literatura española en la prensa y le han gustado mucho, así que quiere que lo visite en su despacho para conocerle personalmente. Bauer tampoco es, precisamente, un gran entusiasta de los cantos al alma sefardí con estrofa financiera del doctor Pulido, cuando, precisamente, los Bauer son los que probablemente han llevado a Pulido a la conclusión de que todos los judíos del mundo son ricos y tienen un talento natural para la banca.

Los Bauer se instalaron en España en 1834 y desde 1844 actuaron como agentes de la casa Rothschild. Como otras familias judías de aquella época que participaron en el desarrollo de las infraestructuras españolas (los sefardíes Pereire en la construcción del ferrocarril Madrid-Irún, los Camondo en el ferrocarril andaluz y la línea Madrid-Lisboa…) se incorporaron rápidamente a la alta sociedad española donde no eran vistos como judíos, sino como ricos. Los Bauer, en esa mezcla de poder, refinamiento y generosidad que se asocia con las grandes fortunas, tomaron una parte activa en obras filantrópicas y culturales. En sus salones acudían escritores conservadores como Varela o Pardo Bazán – precisamente aquellos contra los que se rebelan Cansinos y la generación que le sigue. La Orquesta Filarmónica de Madrid, por ejemplo, es una creación de los Bauer. Ignacio Bauer tomó una parte activa además en la vida política y cultural española en el modo en que esos términos se entendían en la época. Llegó a ser Senador durante la Dictadura de Primo de Rivera y tenía el título de doctor en Historia. Era dueño, además, de dos editoriales y algunos periódicos. Cuando recibió a Cansinos fue muy claro en lo que esperaba de él: “Yo, como usted sabrá, soy (académico) correspondiente de la Historia por Mallorca. Fue un truco para entrar de algún modo en la Academia. Pero ahora querría pasar de correspondiente a académico de número y, a ese fin, haría falta que publicase alguna obra, que me sirviese de título para mi pretensión… Pero es el caso que yo no tengo tiempo para escribirla”. Cansinos se siente ofendido por la propuesta de hacer de negro y, con fría cordialidad, se marcha. A partir de entonces lo llama “la mula doctoral” y lo evita siempre que puede. Y sin embargo, años después, Ignacio Bauer tendrá un papel clave en el desarrollo práctico de la mayoría de las iniciativas de Pulido y será el que preste el local y presione ante el Rey, junto al doctor Yahuda, para la creación de la Sinagoga Isaac Abrabanel en la Calle Príncipe de Madrid.

"El candelabro de los siete brazos" con dedicatoria a Yahuda. Museo de la CJM.

El doctor Yahuda, tiene más o menos la misma edad que Cansinos cuando es invitado para dar una serie de conferencias en Madrid sobre lengua y literatura rabínicas invitado por el Gobierno Español. “El secreto de todo ha sido que al encontrarse nuestro Gobierno, en virtud del Pacto de Algeciras, mandatario de una zona de protectorado de Marruecos, y consciente de la importancia que allí tienen los sefardíes, quiere atraérselos, estableciendo en Madrid un centro de estudios judaicos y desmintiendo así su historia de intolerancia religiosa”. Lo anecdótico de aquella primera conferencia es que la prensa, al anunciarla, ha dicho que el doctor Yahuda viene del Extremo Oriente (en realidad viene de Alemania) y entre el público se advierte la presencia “de cuantos individuos de ojos oblicuos y cara amarillenta hay en Madrid, y que, al reconocer su yerro, se dan prisa a escabullirse y marcharse”. Sin embargo, las conferencias son un éxito. Yahuda aprovecha su estancia en España para animar fervientemente a los judíos de Madrid y Sevilla para que formen comunidades. En 1914 es recibido en audiencia por Alfonso XIII.

El 21 de junio de 1915 se crea la Cátedra de Lengua y Literatura Hebreas en la Universidad Central de Madrid y se contrata a Yahuda para que la diriga. El efecto académico real de aquella cátedra es insignificante. Los alumnos, son muy pocos. “Hasta ha asistido el inevitable curita”. “Farache, el oficioso Farache, asiste a las clases para hacer bulto y contribuir al éxito del profesor. – Hay que ayudar a Yahuda, dice – usted también debería asistir…”. Al mes de iniciadas “sólo el curita sigue yendo a las clases”. Además, Yahuda queda atrapado en las redes de la administración española de todos los tiempos. “Yahuda tiene sólo un sueldo nominal, que no percibe, porque no está incluido en el presupuesto del año económico”. En su ir y venir al Ministerio, siempre recibe la misma respuesta: “Aguarde usted a que se confeccionen los nuevos presupuestos…, el año que viene figurará usted en ellos”. Jamás recibió nada. Cuando se le acabaron los ahorros y fue a pedir ayuda a Pulido, le tildó de “judío materialista”. Pero son precisamente los judíos que llegan a Madrid mientras en el resto de Europa se desarrolla la Primera Guerra Mundial los que, entre todos, se harán cargo de su subsistencia. El más notable de todos ellos, que también establecerá una sincera amistad con Cansinos es Max Nordau, fundador junto a Theodorl Herzl del Sionismo. Antes de su llegada a España, Cansinos ya había traducido una obra de Nordau. Antes de la celebración del Primer Congreso Sionista en 1897, Max Nordau era un escritor y ensayista famoso. Fue precisamente su prestigio intelectual lo que le dio al movimiento sionista una aureola de prestigio. Una de las claves del sionismo era la de eliminar la visión de los judíos como un pueblo de ricos y banqueros. La emancipación había fracasado. Las leyes que concedían igualdad de derechos a los judíos se encontraban en la práctica con un sociedad dominada por un anti-semitismo latente. Los judíos sólo podrían ser plenamente judíos en su propio Estado, que deberían reconstruir con su propio esfuerzo. En 1917, año de la Declaración Balfour, Yahuda pide en audiencia al rey para que interceda por los judíos de Palestina, que están sufriendo la presión de los turcos. Ese mismo año, en un esfuerzo combinado con el de Ignacio Bauer logran que el Rey autorice la apertura de la Sinagoga Isaac Abrabanel en la calle Príncipe. Y por petición de Yahuda, Nordau introduce el Sefer Torah en el Ejal. No es creyente, pero lo considera un acto de solidaridad con su pueblo. Al acto asisten representantes del Ayuntamiento de Madrid y de las embajadas de Francia y el Reino Unido
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Nordau regresa a París, pero el conflicto ha cambiado por completo las fronteras de Europa y en Madrid se dan cita 57 judíos de 18 países que presentan sus Estatutos ante el Gobierno, a imitación de los de Barcelona, el 15 de Mayo de 1920. En aquella primera junta directiva Bauer en Presidente y Farache vice-presidente.

En 1922 por iniciativa de la junta, se trae a León Jalfón desde Tetúan para que sea rabino de la Comunidad. Y ese mismo año, se marcha Yahuda. Nadie se ha hecho cargo de su sueldo y en la prensa una parte, un sector reaccionario que empieza a difundir las ideas conspirativas de “Los Protocolos de los Sabios de Sión” inician un campaña de prensa contra él. Dimitió en 1920, pero no la aceptaron. En 1922, simple y llanamente se marcha y no se nombra a nadie para reemplazarlo. En cuanto a Farache, Cansinos se aleja de él porque en la evolución de su relación paterno-filial, Farache empieza a insistir en que relegue la literatura a la categoría de pasatiempo y se gane la vida en serio. Se ofrece a ayudarlo. Cansinos hace exactamente lo contrario; escribe desaforadamente, para ganarse la vida y como parte de ese entusiasmo por lo judío. Lleva a cabo en esos años "España y los judíos españoles. El retorno del éxodo" (1919), "Las Bellezas del Talmud" (1920) y "Salomé en la literatura" (1920).

Todo aquel periodo concluyó de alguna manera, de forma feliz. Había una Comunidad judía en Madrid, con judíos reales, y una Ley que permitía a los sefardíes acceder cómodamente a la nacionalidad española. Los políticos e intelectuales españoles eran, en una aplastante mayoría, filo-semitas y el anti-semitismo se consideraba una aberración. Y son precisamente en esos años de esplendor aparente donde se fragua el momento de las sombras que se ciernen sobre la vida de Cansinos Assens, España y el Pueblo Judío.


2 comentarios:

PECE dijo...

Buscando infornación sobre Ignacio Bauer y Landauer he llegado a este blog.
Bauer me interesa por sus trabajos africanistas, en especial sus apuntes de una bibliografía marroquí.
Me sorprende la afirmación que se hace en el artículo sobre la intención de contratar a Cansinos Assens como negro.
Si fuera posible estaría enormemente agradecido si pudieran facilitarme las fuentes que confirman dicha circunstancia, ya que pondría en tela de juicio las numerosas obras firmadas por Bauer, incluidas las fe temática africanista.

Unknown dijo...

La fuente es Cansinos mismo en "Novela de un literato". Ahora no recuerdo exactamente el tomo y la pagina, pero de alli procede.