8.12.08

BLANCO ALGODON: TRIUNFO Y DERROTA DE JUDAH BENJAMIN

Judah P. Benjamin (1811 - 1884). Senador de los Estados Unidos por Lousiana. Fiscal General, Secretario de Guerra y Secretario de Estado de los Estados Confederados de América (1861-1865).


En 1896 Theodor Herzl escribió, “El Estado Judío”, en el que afirmaba que el problema del antisemitismo sólo podría resolverse por medio de la creación de un estado judío. El caso de Dreyfus, un oficial francés falsamente acusado de traición por el mero hecho de ser judío, así se lo demostraba. Si Judah P. Benjamin no se hubiera marchado de los Estados Unidos en 1865, tal vez Herzl hubiera hablado del “Caso Benjamin”, y no del "Caso Dreyfus." Y no hubiera sido Zola, sino Walt Whitman, el que hubiera escrito algo parecido a “Yo acuso” en inglés. Benjamin fue el segundo senador judío de los Estados Unidos después del también sefardí David Levy Yulee (1810 - 1886), y la personalidad más capaz del breve y extraño gobierno de los Estados Confederados de América, en los días de la Guerra Civil Americana (1861-1865). Y, probablemente, el judío más influyente en la política de los Estados Unidos en todo el siglo XIX.

4.12.08

fin de rodaje

Se acabó. O empieza de nuevo. Stendhal escribió que una “ novela es un espejo que ponemos en el camino”. Una película no es una novela, pero como una novela no hace otra cosa que reflejar un mundo, tal vez el mundo, inaprensible, cíclico, imposible de definir en palabras. Todo empieza y acaba con mujeres y generosidad - si no son sinónimos. De madre a madre, de madre a hija. La grandeza de Katy Bohrer en Madrid, y la de Eni Kurlender en el Kibbutz Givat Oz, en Israel. Mujeres judías para las que ser judías se transformó en acciones, causas que generan efectos, preguntas abiertas. Que se resisten a las respuestas simples. Se finaliza el rodaje en Israel y antes de iniciar el último tramo, la postproducción, se hace inevitable echar la vista atrás y sentir vértigo y un punto de vergüenza. Vértigo por lo que queda, la finalización de un proceso. Y vergüenza ante el temor de no estar a la altura de las circunstancias, de no ser capaces de corresponder a la intimidad y la entrega con la que a lo largo de este proceso una larga lista de hombres y mujeres, judíos y no judíos, han dedicado su tiempo y su esfuerzo a contar una historia simple de madres e hijas, de encuentros y desencuentros en España. De matices en Sefarad. Perfiles. Vaya por delante el rendido y sincero homenaje a todos aquellos que, de forma directa o indirecta, han hecho posible todo esto.