17.3.10

GUÍA RAPIDA DE PREPARACIÓN DE UNA ENSALADA ÁRABE




Taller práctico de composición poética de la España de las Tres Culturas. "El Día de la Ira" 


Mi querido amigo. Se acerca el fin de semana y el buen tiempo anima a disfrutar del sol y, quien sabe, tal vez de las primeras terrazas de la temporada. Es posible que entre los comentarios de este fin de semana todo eso que “está pasando” en Israel y con los palestinos llegue a ocupar algunos segundos en tu conversación con los demás. Nuestro pasado común de las Tres Culturitas nos ofrece interesantes recetas de aplicación práctica aquí y ahora para afrontar con objetividad el problema. Llamaremos a este poema de ejercicio, “El Día de la Ira”, porque: ¿qué mejor ejemplo de poesía árabe que resuma lo que pasó ayer en Israel? La poesía hay que aprenderla de los maestros y sin duda en eso, en alguna época lo fueron los árabes. 
¿Y qué tiene que ver el poema con la ensalada? Porque aquellos que piensan que en el fondo todo es una gran comedia, tienen algunos argumentos con los que defenderse. No sólo porque la línea que separa la comedia del drama es tan sumamente delgada que hasta nos sorprendemos de lo rápidamente que podemos cruzarla; sino porque parte de nuestro vocabulario de uso cotidiano procede directamente de los escenarios de los cómicos. Pensemos en la contaminación, un problema de gran magnitud e importancia dónde los haya en los días que corren, en que ya no se mata a nadie por la madera del papel sino por el coltán para los teléfonos móviles. El verbo “contaminar” procede del latín, y definía un técnica de creación de obras de teatro, de historias para disfrute del respetable público. Un autor romano, como Plauto o Terencio, tomaban una obra que había tenido éxito en los escenarios griegos y las “contaminaban” para crear las suyas. El modelo de casi todos era el griego Menandro, del que paradójicamente sólo se conserva una obra original completa. Pero sirvió de base y modelo a todos los contaminadores que hoy son los clásicos grecolatinos con argumentos que han llegado hasta nuestros días y vemos reflejados en la televisión, el cine y la cultura popular en todos sus formatos. Menandro era, digamos, “el de la idea”. Los autores no copiaban sus obras. Eso era plagio y desde siempre la falta de originalidad o atribuirse el mérito de otro ha sido universalmente considerado una actitud reprobable: incluso un pecado. Contaminar una obra, desde los días de la Roma de Plauto a los escenarios de Lope de Vega y Shakespeare, era trabajar sobre un modelo ya existente y aportar tu “granito de arena” a un tema ya de sobra conocido. Ahora hacemos lo mismo, pero lo llamamos “adaptar” y lo de contaminar ha quedado reservado a su uso medioambiental; para contar otra historia más universal.
Pero el préstamo de vocabulario no sólo se produce en las acciones y tiene su reflejo en los verbos. También encontramos palabras de la farándula en el territorio de los sustantivos, los nombres, en los que se supone que se vierte la esencia de las cosas. “Ensalada” además de un plato constituía un género de representación popular que, por lo general, ha quedado muy relegado de los estudios por su carácter popular y populachero. Pero la ensalada de versos era en la representación pueblo por pueblo del par de cómicos con una manta y mucho hambre ese repertorio que siempre garantiza un día más de pan. ¿En qué consiste la ensalada? En llevar hasta el extremo eso de “contaminar”. Coger muchas cosas juntas y mezclarlas. Su equivalente televisivo moderno es la parodia, género extraordinariamente popular en España, en la que se juega y se repiten versos y trozos de canciones que todo el mundo conoce, pero se les da un nuevo sentido. Te pueden servir como buenos ejemplos las entrevistas a David Grossman con motivo del lanzamiento de su nuevo libro. Verás que sobre la base de un mismo tema se pueden llevar a cabo interesantes variaciones de género y tono.
Pero te recomiendo que te olvides de Grossman porque para hablar de él, primero hay qué saber de quién se trata y “con quien va”. ¿Es israelí? ¿De derechas o de izquierdas? ¿Qué dice de los árabes? Muy complejo. Y además habría que leer su libro cuando en realidad lo del “Día de la Ira” es muchísimo más actual, puntual y concreto. La mayoría de las ensaladas del antiguo Romancero castellano no tienen sentido hoy porque los pedazos de versos ya no son fácilmente reconocibles para nadie. Lo de Israel y los palestinos es algo perfectamente conocido para todos. Por eso es mejor lo del Día de la Ira: los palestinos, ante una nueva provocación, se preparan para empezar una tercera Intifiada o continuar la segunda. Eso va en gustos y puede constituir, por ejemplo, un buen argumento al enfrentar la confección de una buena ensalada.
Los orígenes de la ensalada.
El momento “clásico” de la ensalada son los tiempos en los que aplicamos la perspectiva infantiloide de las Tres Culturas. Y hasta hay quien dice que eso son esos misteriosos finales de poema en castellano que hay en los poemas árabes de Ibn Ezra: ensaladas de carácter humorístico. Se los llama jarchas y fueron escritos en Sefarad pero aparecieron en la Gueniza del Cairo. Son en realidad los versos finales de una composición mayor, la Moaxaca, como ha puesto en evidencia Tova Rosen, de la Universidad de Tel Aviv, heredera intelectual de su descubridor, el también israelí Stern. Cuando en España se recibieron unos poemas hebreos en el que el final estaba escrito en castellano unos cuantos siglos del primer documento en castellano oficial la respuesta fue: “no puede ser”. Y buscaron y buscaron hasta que encontraron que en árabe pasaba lo mismo, que aparecían los mismos enigmáticos versos finales en castellano, pero en caracteres árabes y también demasiados años antes de que hubiera nada escrito en romance castellano. Puestos a elegir entre judíos y árabes, la preferencia de la mayoría siempre será por los árabes. Y en lo de la forma y el verso, encontrarán apoyo los que se sumen a esa opinión.
            En realidad la Moajaca, más correctamente denominada Muwashshahs, es un forma popular y cantada de la Qasida, el “soneto árabe” (super-simplificando la cuestión), del que tenemos amplias muestras en los libros de oraciones hebreos. El mismísimo Ibn Ezra da instrucciones muy precisas de cómo contaminar este tipo de cosas, cómo trabajar el modelo original de canción popular para confeccionar tu propia ensalada más o menos culta. El creador de las reglas es en realidad un árabe, Ibn Qutaybah, que recomienda exactamente lo mismo que sus homólogos judíos y cristianos: no partas de la nada, busca un modelo literario que se conoce y luego se la da la vuelta. Para aquellos que de pronto sientan terror al pensar que los libros de oraciones judíos están llenos de baladas populares árabes del siglo XIII, ante todo, mucha calma. Los Piyyutim no son qasidas, sino que son un género propio judío en pareados que viene desde los tiempos del Templo. Se adaptó al árabe y se llamó Musammat (el más conocido de Ibn Ezrá es Lejá Dodi). Pero en lo de la moaxaca para uso popular, los hispanohebreos tomaban de referencia las Muwashshahs más conocidas y les dieron totalmente otro sentido en lengua hebrea. Esa que se supone que nunca se habló y que se reconstruyó de la noche a la mañana antes de ayer. Como el objetivo de los poemas no era sacro, se usaba lo más popular y conocido. Podemos hacer lo mismo hoy en castellano y sin complicarnos la vida en mirar qué hacen los judíos y los musulmanes. El hebreo y el árabe son lenguas en las que la rima es muy compleja, como una pieza de relojería. Y en castellano lo que se trata es de que se te entienda, no que hables bonito como en el momento oscuro de una telenovela. Afortunadamente para nosotros en este ejercicio, el idioma castellano es tan eficaz que de esos modelos lo único que en realidad sirve es la forma de ordenar los contenidos, la estructura. Es muy simple. Tiene tres partes. El Nasib, el Rahil y el final.
            Primera parte: el Nasib.
            El Nasib es la apertura, que se prefiere que por lo general sea un motivo común conocido por toda la audiencia y en la que se reflexiona sobre lo que ha pasado. Es preferible el tono nostálgico. En este caso el contexto: el conflicto Árabe – Israelí, por ejemplo. Pero en esta parte te sugiero que seas muy cuidadoso en la explicación del hecho, porque el hecho es lo de menos. Limítate a posicionarte: ¿tú con “quien vas?” ¿Con el Madrid o con el Barça? ¿Con los israelíes o con los árabes o con los judíos? ¿Con la derecha o con la izquierda? ¿Ere español o eres israelí, eres judío o eres palestino? No pierdas tiempo en los matices, es muy importante que desde el principio las cosa quede clara. Para encontrar los versos iniciales de nuestra ensalada arabizante tenemos dónde elegir gracias a Internet. 
           Segunda parte: el Rahil.
            Tras esta apertura viene el Rahil, la sección de viaje. Porque en general eso es lo que se relata, lo que le pasa al poeta al verse separado de pronto del objeto de su amor, sea sinceramente elevado y sagrado o vulgarmente profano. En esta parte la cosa es más compleja y como sugerencia te invito a que venzas de nuevo intentar “contar” o “explicar” hechos sobradamente conocidos. Digamos que utiliza esta parte para confirmar la tesis de tu apertura. Si no, puedes perderte y perder a tu audiencia. ¿Con qué quedarse? ¿Con Lula? ¿Con los enfrentamientos en Jerusalén por la apertura de una sinagoga? ¿O por el problema de los asentamientos en Jerusalén? Son cosas diferentes con precedentes diferentes que suceden al mismo tiempo. Simplifica. No te pierdas en los matices y utiliza los hechos como evidencia de tu tesis. Si por ejemplo, en tu ensalada quieres reflejar que esto es sólo un episodio más del “sionismo” o demostrar que es la religión lo que está de fondo, con un solo ejemplo sirve para ilustrarlo todo. Si tienes alguna preocupación por tu auditorio, te invito a que visites las secciones de comentarios de los diarios nacionales (suelen estar al pie de la noticia) donde podrás encontrar el tipo de argumento que más popularidad tiene en este temporada 2010/2011. Es muy importante definir la audiencia. Sobre todo, no la agobies con información y detalles que no interesan a nadie. No importa lo que ha pasado, sino el por qué. Y cuanto más estés alineado con la mayoría, más placentera será la sensación de que estás del lado de la verdad. Si eres de los suicidas que defienden a Israel, ten cuidado con tus autoridades. Básicamente porque puedes quedar desautorizado y en España la lista de amigos de Israel nos recuerda que muchas veces uno no necesita para nada a los enemigos. No es que sean mucho mejores que sus supuestos oponentes: simple y llanamente tienen menos autoridad y peor fama.
            Si te sientes confuso sobre el enfoque, vuelve sobre los temas más conocidos por la audiencia. Tenemos en nuestros días una hombre dotado de unas habilidades naturales para la composición de ensaladas del que puedes aprender a no decir nada nuevo, pero siempre quedar bien y devolver la cuestión a tu terreno. Si quieres ver un punto neutro, basta con que le eches un vistazo a la comunicación institucional en la que se tratan de estos temas. No de desanimes si piensas que no tienes talento; es tan fácil tener un punto de vista neutro que lo puede hacer cualquier funcionario trepa y con una mayor eficacia que si pensara en ello. Y lo bueno es que da lo mismo si hablas de unos o de otros, porque al final es un asunto local y el único beneficiado eres tú mismo. Todo lo que salga de ahí es lo de menos. Pero nuestro amigo está creando una verdadera escuela de similares talentos. Faltan a la verdad los que piensan que en España se han perdido las tradiciones. O en los Estados Unidos.
           Tercera parte: los tres finales posibles.
            El final, como siempre, es un asunto complejo y se abren tres opciones posibles. Puedes decantarte por un Fakhr, una alabanza de la tribu. También tienes dónde elegir ampliamente. Pero no tendrá sentido si no te has definido claramente desde el principio en lo de a qué tribu perteneces. Los ejemplos, afortunadamente, son siempre abundantes.
            La segunda modalidad de final es la sátira de otras tribus, que funciona siempre para todas las audiencias. De ahí proceden las jarchas y el popular género de la ensalada tan denostado de los estudios de filología porque puede incluir tacos y otras obscenidades. Y dónde en un segundo puedes hacer pasar a tu audiencia de la lágrima a la carcajada. Ten cuidado con el final porque los efectos pueden ser impredecibles. La amiga Benegas, lectora de Público.es, por ejemplo, no cae en al cuenta de que parte de las protestas es que tanto ella como un conjunto de personas creen que el problema de la apertura de esa sinagoga tiene que ver con una profecía de un rabino judío, no con una profecía ni cristiana ni musulmana. O el amigo Hasan, directo desde Irán con una conferencia sobre el modo en que los inocentes dibujos de Tom & Jerry son parte de un proyecto de los judíos “que se hizo para cambiar la perspectiva europea de los ratones”. No tiene desperdicio. Entre los casos locales, hay demasiados ejemplos como para quedarse con uno solo. Todo va en gustos. Y entre los amigos de Israel también recuerda que hay quien hace bastante tiempo que superó la barrera del ridículo.
            Y la tercera forma de final es la más compleja y elevada de todas: el Hikam. En el que se incluye una máxima moral. Una reflexión o conclusión que resume todo: el final del viaje. La incitación a la acción. Esta es la parte más compleja y una de las razones por las que se suele recomendar el utilizar fragmentos de algún clásico. El final más habitual lo resume muy bien el amigo Monomin en Público. “El día que los árabes, en vez de tirar piedras, puedan tirar con armas de última generación, empezará a solucionarse el genocidio con el pueblo palestino”. Esa, entre otras. Pero tendrás que buscar tú mismo la conclusión que mejor te refleja y sirve como pincelada de tu personalidad; que aflore el magma de tu originalidad.
            Espero que estas sencillas instrucciones puedan serte de interés y me permito, con todos los respetos, seguir el consejo de los sabios poetas de las tres culturas, Plauto, Ibn Ezrá e Ibn Qatib, y elegir modelos. La ensalada puede llegar a ser muy vulgar o muy elegante. Y todo eso de ti depende. Total sólo son palabras.
           Otras sugerencias.
            ¿Qué final elegiría yo? Si te soy muy honesto, estoy hasta las pelotas de escuchar cada sarta de gilipolleces encadenadas en las que al final todo termina en decir que está bien que mi familia y las de unos cuantos millones más de seres humanos de este planeta estarían mejor muertos porque son malvados por naturaleza, que ya se me agotó el vocabulario. Tratas de no tomárterlo muy en serio porque al final las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno. Pero hay culos, y culos. Ideas, e ideas. Y palabras y palabras. De primer impulso sólo se me ocurre pedirle prestado para mi ensalada los versos a René Pérez de Calle 13 por el respeto a mi lengua madre, el idioma castellano, el aprecio por la rima y hastío de la imbecilidad. Y porque en el fondo, visto lo visto, es un verdadero privilegio no ser nadie viendo la cara de los que son alguien. Y al menos uno encuentra entre los que dan valor a las palabras unos mismos términos de lo que en los significados más coloquiales de lo que entendemos por nobleza, y que por lo general los amigos árabes dan por supuesto que poseen por su propio nacimiento (como todos), no ofrecen lamentablemente. Hay un algo más de verdad en quien se preocupa de darle forma a su lucha que entre quien sólo habla de vida sana, ensaladas, contaminación y el tiempo. Como cualquier idiota dispara una pistola o lanza una piedra. A lo mejor sólo es eso; que sobran tetas y faltan mentes femeninas. Hay demasiados gestos, pero pocas acciones. Sobran discursos sobre el valor y faltan cojones. Pero como esto es parte de la propia ensalada de uno, puede ser mejor fijarse en los que saben y hablan de lo que pasa en su casa.
            ¿Y qué se les puede decir a los raperos palestinos como DAM que no sea escucharlos con respeto y responderle con respeto, pero con la misma contundencia? Admiro mucho a los chicos de DAM porque por fin se encuentra en todo esto un "algo" árabe, un gesto de decencia y honestidad que va más allá de la cháchara y esconderse detrás de las mujeres y los niños, justo detrás de la cámara de la CNN. Dicen lo que dicen, miran a la cara y lo dicen bien; muy bien. Y cuando se le da algún valor a la palabra, se elige con cuidado lo que se dice. Aunque suene mal, como cuando Subliminal dice que el “hijo de puta que pare a Israel todavía no ha nacido”. Hay mucho en común en los barrios, entre esas personas, que somos la mayoría, que como dice Rubén & Rubén, “trabajamos con un sueldo bajito, para darle de comer a nuestros pollitos”. La contundencia es proporcional al respeto por uno mismo y entre la gente que habla mal, esos que dicen “cincuenta malas palabras por segundo porque en el fondo se quiere cambiar este puto mundo”, se encuentra mucho más cuidado por las formas y el purismo de lo que parece. Por supuesto que hay un rap israelí que cuida su rima, que adereza con cuidado su ensalada y no puede renunciar a su propia esencia. Que adquiere sus ritmos y matices y siempre vuelve con los mismos temas. Sus propias lugares comunes. Que ve las cosas a su manera y canta en árabe en hebreo o en inglés; cualquier cosa para hacerse entender y expresar eso, la rabia, la impotencia y la ira. Y también están los que pasan de todo esto, claro. Y cuando se encuentran unos y otros, mientras el mundo habla de contaminación y de vida sana y ensaladas; ¿de qué pueden hablar los raperos del Medio Oriente? De lo mismo. En una ensalada perfecta. Dónde los palestinos cantan en hebreo a partir de frases cotidianas del día a día de Israel, los judíos cantan en árabe y el conjunto es de una perfección técnica impresionante. Sin un sólo taco, elegante y efectivo como un escupitajo en la cara.
Pero desde aquí,  y por respeto a los mayores, mi opción para el poema del “Día de la Rabia” se decanta por lo más ortodoxo. Prefiero hacerle caso a los que hacían estas cosas, dominaron sus pasiones y las destilaron en rimas. Y terminar con una jarcha, con unas pocas líneas escritas en un idioma distinto al del resto de la composición. Le cedo la palabra a Yehuda Halevi, de  Sefarad, en un poema que ya casi tiene mil años pero que parece escrito hoy. Por eso las he puesto al principio.

Al final terminamos contaminando de una forma u otra todas las ensaladas.

1 comentario:

Terzio dijo...

Bueno, yo diría que también te ha salido una ensalada, muy lograda.

También te digo que prefiero un proto-castellano como coda de una moaxaja hebrea que como estrambote de otra arábiga.

Y sobre el fondo tri-cultural, algo que nunca olvido es que lo árabe fue en España efecto de una invasión, una ocupación y una imposición violenta que nos costó una Reconquista. Pero lo judáico en España fue otra cosa, probablemente malentendida, con diverso significado.

Lástima que entonces no se pudiera llegar a una concordia paciente, animada por la esperanza religiosa y una mutua buena voluntad sincera.

Y lástima que tampoco ahora se consiga (?).

'